Este acto que lo hacemos mayoritariamente sin darnos cuenta, incluso luego de un día cansador, u otras situaciones que nos puedan generar preocupación o estrés, por lo general, el sonarnos los dedos es un acto reflejo de alivianar carga de nuestras manos.
¿Pero qué tan cierto puede ser que sonarse los dedos genere un cambio en nuestras articulaciones?
Como toda región movible, el cuerpo de un animal, debe contar con mecanismos eficientes que le permitan realizar esta acción. Estos mecanismos, los conocemos como articulaciones ¿Suena familiar no? Pues bien, esta debe ser compuesta por una serie de partes, que a su vez hagan el funcionamiento como un todo.
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Una articulación entonces, dispone de distintos componentes, que le conferirá a la misma, distintas características y especializaciones para lograr su cometido: el movimiento (en mayor o menor grado según el tipo de articulación en cuestión).
Dentro de estas piezas, se encuentran: los huesos, unidos a uno o más huesos, y además por medio de otros tejidos asociados que se fijarán a ellos a fin de permitir el movimiento, como también dirigir este mismo. En este caso particular me refiero al componente responsable del movimiento, los generadores del mismo: los músculos.
Pero existen otros tipos de tejidos involucrados, quizás… de cierto modo… ¿infravalorados?
El caso es que estos otros componentes, contienen células que quizás ignoramos su función, pero que cumplen una igual de importante para ese gran TODO que es el movimiento.
La articulación y por qué nos truenan los dedos
Más de una vez, imagino que el lector del presente artículo, ha tenido la experiencia de tener que sufrir los inconvenientes que genera en el andar una bicicleta oxidada, antigua. Imaginemos entonces los componentes de una bicicleta, el movimiento se genera por los pedales, que por medio de fuerza mecánica hará que gire una cadena que le dará impulso a las ruedas y con esto se generará el movimiento. Comprendiendo la unión de estos conceptos, distinguimos que estas partes para lograr funcionar de manera óptima, necesitan ser provistas de materiales que, si bien no generarán el movimiento, permitirán que éste sea óptimo. Volviendo al ejemplo de la bicicleta, para que una cadena permita que las ruedas giren, ésta debe estar en buenas condiciones, y ser provista de aceite, para permitir entonces mayor fluidez.

Asociemos la idea de la cadena de una bicicleta con una articulación. Como planteamos anteriormente, otros tipos de tejidos permiten la unión entre uno o más huesos, y a su vez sustancias producidas entre y por estos, serán responsables de aceitar el sistema. Permitiendo así, un mejor movimiento. El encargado de ésta fluidez en las articulaciones de un animal, se le conoce como: Líquido Sinovial.
El líquido Sinovial, es una sustancia que se encuentra en el espacio entre la unión de dos huesos. Está formado por la parte líquida de la sangre, siendo ésta última filtrada desde las células de los tejidos capsulares que recubren los huesos, y rellenando entonces, el espacio de la articulación.
¿Su función? Reduce la fricción entre los cartílagos y otros tejidos en las articulaciones para lubricarlas y amortiguarlas durante el movimiento.
¿Como participan los componentes de la articulación en el crujir de los dedos?
El hacer sonar los dedos, se relaciona al líquido sinovial, ya que éste entre uno de sus componentes, contiene gases. En el líquido sinovial de la articulación, los gases que se acumulan son: oxígeno (O2), anhidrido carbónico (CO2) y Nitrógeno (N2). Estos generan un aumento de volumen en un principio, donde los gases anteriormente formados, interaccionan entre sí. Uniéndose como burbujas, que al nosotros aplicar presión o distender la articulación en cuestión, lo que haremos será liberar presión contenida de estos gases, diluyendo dichas burbujas al separar los huesos en la articulación, generando ese ruido tan distintivo.
Si te preguntas como es que luego de cierto tiempo tus dedos vuelven a sonar, esto se debe a que los gases una vez disueltos, irán concentrándose a la par de que la articulación vuelve a su posición original, volviendo a formar burbujas entre sí, para que estas eventualmente… vuelvan a diluirsé, vuelvan a “crujir´´.
Entonces, ¿chasquear los dedos es malo?
Entonces, si la fisiología de este sonido lo genera el líquido sinovial, en condiciones normales, y por mecanismos normales… ¿Cómo puede éste relacionarse con enfermedades como la artritis?
No existen estudios científicos demostrados que avalen que realizar esta práctica nos provoque un daño a corto o largo plazo. Por lo que relacionarlo con cualquier enfermedad, no solo va en contra del mecanismo por cómo se produce, sino en cómo se genera (etiología) esa enfermedad en particular que relacionamos. El ejemplo típico es la artritis, la cual es la inflamación de las articulaciones. Muy poco tiene que ver el ruido provocado por nuestros dedos en el origen de esta afección, y mucho menos ahora que aprendimos… por los gases que generan dicho ruido.
Esta inflamación, su origen puede vincularse con procesos autoinmunes, con depósito de cristales, infecciones, e incluso hasta ser generada por daño en el sistema nervioso (artritis neuropática).

El experimento definitivo que demuestra si es malo o no sonarse los dedos
Una de las demostraciones más curiosas e ingeniosas, es la de Donald L. Unger, de Thousand Oaks, California, Estados Unidos.
Éste científico, se utilizó a sí mismo como ratón de laboratorio, y durante 60 años, cada día, hizo crujir sus nudillos de la mano izquierda, pero no los de la derecha.
Transcurridos todos estos años, comparó el estado de sus articulaciones de ambas manos, comprobando que éste era similar. Este experimento, sencillo pero eficaz, que esconde una enorme dosis de peligrosa intuición, nos hace concluír de manera quizás un poco brusca, pero inteligente, que el mecanismo fisiológico de éste caracteristico ruido es inocuo. Luego, llegaron estudios sistemáticos mas serios, que lo único que hicieron fue reforzar la anterior idea:
¡Crujirse los dedos no produce enfermedades, ni daña las articulaciones!
Existen muchos mitos sociales, y relacionados a la salud, cientos de ellos. En este caso particular, tenemos la suerte de que son mitos inocuos, porque éste no pone en riesgo la vida de personas; el creer erróneamente que sonarse los dedos es perjudicial, no implica que la persona abandone un tratamiento o no asista a un médico, u otras situaciones similares graves, que como muchos otros mitos relacionados a la esfera de la salud genera grandes perjurios. Por eso es importante que cuestionemos bajo cualquier ámbito las creencias, hasta las mas tontas, yendo a la raíz del problema (si es que existe), para llegar a la tan necesaria esencia.
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